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 Pablo y el Espíritu Santo‬

El apóstol Pablo al escribir a varias de las primeras comunidades cristianas nos deja una gran Pneumatología. En la carta a los Tesalonicenses y Filipenses “el Espíritu es descrito como el Espíritu de Jesucristo en vez de el Espíritu Santo o el Espíritu de Dios o del Señor”.1 En la carta a los Gálatas vemos una gran relación entre ética y el Espíritu Santo: “el Espíritu libera de la ley precisamente porque la vida ética que el da es superior a la perfección disponible bajo la ley”.2 El punto central de la Pneumatología en la carta a los Romanos va bien ligada a la vida cristiana y consiste en: “el papel del Espíritu Santo como la presencia efectiva del amor de Dios acompañando y sosteniendo al cristiano en su caminar”.3

Adicionalmente en el área de la Pneumatología Práctica, deseo presentar tres textos claves, en los cuales, la Renovación Carismática ha basado la importancia del recibimiento y uso de los dones del Espíritu Santo. En primera instancia en la carta a los Romanos: “Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros. Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad. Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor”. (Rm. 12:4-11). 

El segundo pasaje que da instrucciones básicas en los carismas es en la carta a los Efesios: “A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones de Cristo. El mismo "dio" a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor”. (Ef. 4:7-16).

Por último Pablo en su carta a los Corintios, al igual que en Romanos y Efesios, pero de una manera más profunda nos da un gran legado de los carismas y su uso para la edificación del cuerpo de Cristo, pero como siempre todo basado en el amor. Aquí solo presentaré unos pocos versículos, pero los Capítulos 12, 13 y 14 de la Primera Carta a los Corintios nos dan un gran enseñanza en este tema: “Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo”. (1 Cor. 12:8-12)

Finalmente y por el propósito de este artículo que se concentra en el trabajo pastoral de la RCC, deseo concluir con el punto vital que presenta Pablo entre los carismas y la caridad, tanto en la Carta a los Romanos, como en la Carta a los Efesios pero en particular en su Primera Carta a los Corintios, Cantalamessa lo resume de la siguiente manera: “reconocimiento de los carismas como factor determinante para la construcción y crecimiento del cuerpo de Cristo pero subordinación de los carismas a la caridad, es decir, subordinación de la manifestación del Espíritu a su permanente habitación interior”.4 De aquí que una Pneumatología paulina nos enseña que los carismas no son el punto principal para una vida cristiana, pero su uso adecuado para el bien de la comunidad, nos ayuda a tener una verdadera caridad, clave para llevar una auténtica vida en Dios. El moverse interior del Espíritu en nuestros corazones, nos impulsa con amor a usar los carismas, pero con el único fin de llevar el amor de Jesús a aquellos que lo necesitan.

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